..La señora Wrightson se quedó boquiabierta, y Francis la miró para asegurarse de que se daba cuenta de que estaba siendo grosero intencionadamente.La anciana giró en redondo y se alejó de él, tan herida emocionalmente que lo hizo rengueando.A francis lo envolvió un sentimiento maravilloso, como si estuvieran agitando luz a su alrededor.La toma de conciencia de los muchos años transcurridos desde la última vez que había disfrutado mostrándose deliberadamente descortés sirvió para calmarlo.Entre sus amigos y vecinos había personas brillantes y con talento, pero también muchos de ellos eran gente aburrida y estúpida, y él había cometido la equivocación de escucharlos a todos con idéntica atención.Había confundido el amor cristiano con la falta de discernimiento, y le pareció que se trataba de una confusión muy generalizada y destructiva.Le estaba agradecido a la muchacha por aquella reconfortante sensación de independencia.El cielo brillababa como esmalte.Incluso el olor a tinta del periódico de la mañana intensificó sus ganas de vivir, y el mundo que se extendía a su alrededor era, sin lugar a dudas, un paraíso.
fragmento del cuento "El marido rural" de John Cheever
sábado, 5 de julio de 2008
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